Manolín encarnó a Momo basando su texto en el testamento carnavalesco que ha dejado su padre. El espectáculo giró en torno a la manera que el chirigotero de La Viña tenía de ver la fiesta de sus amores. El testamento fue salpicado de intervenciones carnavalescas de agrupaciones y particulares hasta que la gran figura de Momo, que esperaba en la plaza de San Antonio, ardió en llamas.
Fue Carlitos Pérez, hijo carnavalesco de Manolo Santander, quien, en el papel de angelito, le dio la réplica a Momo. Turno de la actuación de dos agrupaciones de la cantera a las que Manolín ha puesto músicas este año: ‘Los Purry Baby’s’ y ‘Los burritos’. Acto seguido actuaron ‘Sólo sé que no sé nada’, con su hija Palmira representando al Carnaval femenino y 'La ciudad de Dios' representando a las comparsas frescas y valientes. Marta Ortiz bailó por tangos. Luego representando a la amistad cantaron 'Los aislados' y 'Los encaidenados'.
Turno para el cuarteto, que Manolo hizo con El Libi en ‘El velatorio’, primer premio de 1988. El propio Libi debatió con Magaña y Hugo Sánchez.
Siguientes actuaciones para las antologías de Juan Carlos y Manolito Santander cantando coplas muy sentidas.
La última parte del pregón desembocó en La Caleta, “donde me enamoré y mi Meli me robó el corazón, allí donde creé con mi hijo mi última canción”. La última copla del maestro, el pasodoble de ‘La maldición de la lapa negra’ que acaba “en la orillita” de la playa viñera.
Se cerraba el testamento con un ‘Me han dicho que el amarillo’ antes de que Manolín se despidiese con la frase de su amigo Juan Carlos Aragón: “Creo en la vida eterna de los carnavales”. Y final con fuego a Momo, con Meli Grosso, viuda de Manolo Santander, entregando a su hijo la llama para prender la figura del dios del Carnaval, que ardió mientras que la antología de Aragón entonaba, a coro con los presentes en San Antonio, el Credo de ‘Los peregrinos’.
Dos excelentes pregones, históricos, de parte de David Palomar y Manolín Santander.
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